viernes, 12 de junio de 2009

Un Amanecer Junto a Ti

Isidora.

Fue el suspicaz vaivén de tu respiración quien logró que mi sueño fulminara, por momentos aún me sentía en medio de aquella realidad ficticia que creamos cada noche al ir a descansar -Tal vez el despertar era realmente parte de mi creatividad y el soñar era definitivamente mi vivir – pero bueno, el caso es que fue tu respiración de aquella noche la que me rozó por completo el cuerpo. Reaccioné. Estabas tirado a mi lado, te miré dulcemente y volví a sentirme tranquila porque estabas ahí junto a mí sin importar lo que eso implicara. Me acerqué suavemente para no perturbar tu sueño mas al tocar mis labios tu frente un suspiro brotó de ti comenzando lentamente a abrir los ojos. El sol se reflejaba en ellos. Esa mañana brillaban más que nunca, esa mañana hablaron por sí mismos penetrando en los míos revelándome secretos que nunca imaginé, sin embargo, abrieron mi corazón para gota a gota llenarlo de amor.
Han habido infinitos amaneceres en mi vida, cada uno ha tenido diferente sabor, sublimes melodías pero éste fue el que me confesó una verdad que mis ojos tercos no querían vislumbrar; no estoy sola, tu alma abraza la mía y juntas abrazan al Mundo. No existirán más noches heladas. Te amo.


Guillermo.

Al darte cuenta que la sutil caricia de tus labios provocaron que volviera a ti te moviste rápidamente como una pequeña niña de cinco años cuando se percata que su travesura está a punto de ser descubierta. Volaste como un colibrí y en un dos por tres te encontrabas acomodada en el otro extremo de nuestra cama, estabas tan tierna, me miraste fijamente, yo no pude reaccionar ante tanta delicadeza mas que contemplándote , y es que precisamente en las mañanas cuando más guapa eres, solamente en nuestros amaneceres puedo disfrutar de la compañía de aquella estrella de quien me enamoré; eres tú, sin caparazón, sin necesidad de fingir para poder sentirte parte de algo, para sentir que encajas en un sitio en el que quizás ni siquiera tú misma quieres formar parte de éste.
Ahí estás, frente a mí, observándome, sin maquillaje, sin peinado, simplemente con aquella polera gigante cubriéndote el cuerpo para evadir el frío, tu pelo cae naturalmente hasta la altura de tus senos, nada de peinados, nada de joyas, nada de perfumes… supieras realmente lo bella que eres cuando eres realmente tú.
Te sientes tan sola, es irónico pues este planeta, esta pelota llena de maravillas está impregnada de criaturas como nosotros pero al mismo tiempo tantos se ven carentes de compañía, por ejemplo, míranos a nosotros que momentos somos uno y tantos otros somos dos, un par de desconocidos que se encuentran juntos sólo por el hecho de no sentirse solos, dos cuerpos a un milímetro, dos almas a un kilómetro. Inconcientemente el uno pasa a ser simplemente un objeto para el otro. Cuántas horas juntos. Cuántos momentos juntos. Cuántos anhelos creamos mutuamente, pese a eso a veces me siento tan carente de tu persona, no se trata del tiempo que pasas junto a mí sino que pese a todo lo compartido no logras comprenderme; para ti una nube es una condensación de agua, en cambio para mí es precursora de sueños, de juegos, de esperanzas…


Isidora.

Por fin. Lo acepto, lo disfruto y por sobre todo lo vivo. Amo. Dejé mis miedos de lado aceptando una realidad tan bella mas al mismo tiempo arriesgada, aquí y desde ahora nunca se sabe, el sufrimiento puede estar rodeando como un jote alrededor de su presa pero no importa porque ya emprendí vuelo y la felicidad se fundió en cada poro de mi ser.
Sí, somos como agua y aceite, tú tan sensible, tan sentimental, yo tan racional, tan analista. Tú, una pluma que su trayectoria la define el impulso del viento. Yo, un barco que navega con pleno conocimiento de su rumbo a seguir. Sí, es arriesgado, pero junto a ti el riesgo tiene un gusto agradable, y en realidad qué importancia puede tener lo que vaya a suceder si estás tú conmigo.
Llevamos un largo rato contemplándonos, es raro, no necesitamos hablar e incluso nuestros rostros irradian tranquilidad, es todo tan distinto contigo… Levanto mis brazos dirigiéndolos hacia mi cabello, pretendo arreglarlo pero tú te adelantas cogiendo de ellos y me apretas fuerte pero sutilmente contra tu pecho, el corazón por dentro se escucha como un canguro en apuro, te miro preocupada, sonríes, finalmente susurras en mi oído: “ No estás sola porque siempre estaré dentro tuyo, me regalaste una parte de ti… gracias por tu tiempo, gracias por no olvidar quien realmente eres, gracias por amarme… anda duerme, descansa un poco más, yo estaré aquí cuidando de tus sueños, siempre. Te amo mi pequeña”.
Lo sabía, ya no habrán más noches heladas.

Guillermo.

Hipnotizado me dejé llevar por tu encanto de mujer, me siento tan pleno junto a ti, pese a todo.
Sin darme cuenta permanecí callado nadando en la seductora brisa de tu ser, supieras cuanto me encantas… Comenzaste a mover tu cuerpo, tus brazos empezaron a deslizarse. No podía dejar que la magia de ese trozo de vida terminara, así que me abalancé sobre ti te contraje sobre mi pecho dejando que mi alma se apoderara de mi voz, habló a través de mí para ti, al ritmo del sístole y diástole de mi corazón.
Y es que ya no estás sola, siempre estaré contigo.