domingo, 3 de enero de 2010

- Nunca es siempre, siempre es nunca

Sumergido en el brillo del sol se pasó el tiempo frente a mí, reaccioné, me encontraba nuevamente en aquella calle por donde caminamos tantas veces. Al comienzo la nostalgia salió a relucir pero cuando vi el escrito sobre la muralla roja una risota se apoderó de mí. Te recuerdo de noche, los ojos brillosos e intimidantes como de gata desafiando al cielo, a la altura, al miedo y por sobre todo a mi ser, te recuerdo frente a la muralla roja, te recuerdo con tus manos llenas de pintura evidenciando tu actuar mas a ti no te importaba, yo por otro lado temeroso contemplando alrededor cosa de que nadie nos observara te apuraba, te contradecía, recuerdo haber repetido treinta mil veces " ¡Nacha!, qué haces acaso crees que vas a conseguir algo, cuántas veces has estado dentro y tantas otras has salido malherida, acaso vale la pena, no creo que puedas conseguir algo con esa estupidez", y tú serena, S + E + R + E + N + A, cómo podías tener serenidad si sabías que se simple acto podía implicar el fin de tu correr libre por el mundo, ellos te lo advirtieron, sí, ellos, los mismos quienes te sacudieron contra el piso a patadas, quienes violentaron con tu esencia de mujer pero que pese a todo no pudieron quitarte lo más preciado para ti inocencia y pasión.

Mis palabras para ti eran gotas de agua que refrescaban tu sonrisa, tan juguetona. Nunca conseguí inculcar algo de temor para que te detuvieras, nunca logré hacerte ver que realmente el temor consistía en nunca más poder verte bailar bajo la lluvia, en no poder disfrutar de tus palabras sabias, tercas, tiernas, latentes, en hacerte entender que eres una parte de mí que vive ajena a mi cuerpo, a mi raciocinio, lograr que vieras que eras mi corazón caminando, saltando por esta atmósfera, era no poder controlar mi palpitar, pero siempre pese a ello me escuchabas, entendías, acompañabas...

Cómo no recordarte, cómo no sentirte, cómo voy a querer dejar de estar inmerso en tu tela de araña si fue precisamente gracias a estar sumergido en ella lo que me hizo sentir vivo, quien me dijo que nada es por nada ni para nada y que todo existe en todo para todos, cómo no recordarte si sin tú saber eres yo.

Y aquí estoy nuevamente, frente a la muralla roja, frente a un pedacito de tu existir por ende del mío, pero sé que debo continuar mi viaje y no me preocupa que pase porque como escribiste en aquella roja muralla " Nos vemos mañana " sé que ahora estás conmigo, mañana estarás conmigo, siempre estarás aquí aunque ellos te hayan privado del respirar.

1 comentario:

El Asiduo Diego dijo...

La otra mitad de nosotros sobrevive en los demás. Siempre estamos con alguien, y alguien siempre está con nosotros. Por eso, nunca estamos para siempre solos. :)

Muy lindo tu cuento, me gustó mucho.